Woudwyk Genealogía » Alfonso III El Magno el Grande de Asturias ,12º Rey de asturias, rey de Asturias 27 may 866-911,Dinastía Astur-Leonesa, Rey de Asturias, León y Galicia,Rey de Asturias (27 de mayo 866 a 911), Roi, de Galice, des Asturies, de Léon, (-910)

Persoonlijke gegevens Alfonso III El Magno el Grande de Asturias ,12º Rey de asturias, rey de Asturias 27 may 866-911,Dinastía Astur-Leonesa, Rey de Asturias, León y Galicia,Rey de Asturias (27 de mayo 866 a 911), Roi, de Galice, des Asturies, de Léon, 


Gezin van Alfonso III El Magno el Grande de Asturias ,12º Rey de asturias, rey de Asturias 27 may 866-911,Dinastía Astur-Leonesa, Rey de Asturias, León y Galicia,Rey de Asturias (27 de mayo 866 a 911), Roi, de Galice, des Asturies, de Léon,

Hij is getrouwd met Jimena Amelina Garcés de Pamplona Xemena Garsea de Asturias , Infanta de Pamplona,Infanta de Navarra,reina consorte de Asturias,Grevinne,.

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https://es.wikipedia.org/wiki/Alfonso_III_de_Asturias 


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http://cybergata.com/roots/2061.htm 


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yle="margin: 0px 0px 20px; border-radius: 2px; padding: 0px;"> sans-serif; margin: 0px 0px 5px; padding: 0px;">Alfonso III el Magno, rey de Asturias5px; padding-left: 0px; margin: 0px; padding-right: 0px; overflow-wrap: break-word;">e; color: #1166bb; outline-width: medium; outline-style: none; outline-color: invert;" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Alfonso_III_de_Asturias#Matrimonio_y_descendencia" rel="noopener noreferrer nofollow" target="_blank">https://es.wikipedia.org/wiki/Alfonso_III_de_Asturias#Matrimonio_y_...


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Alfonso III de Asturias, llamado el Magno (c. 848 - Zamora, 20 de diciembre de 910) fue rey de Asturias desde 866 hasta poco antes de su muerte.


Hijo y sucesor de Ordoño I de Asturias y su esposa Munia, Alfonso III fue el último rey asturiano, o el primero de León, ya que en esta ciudad residió largas temporadas, y allí tenía su Consejo de Gobierno y Tribunal de Justicia.


Desde su ascenso al poder hubo de hacer frente a una serie de problemas internos: revueltas nobiliarias, conatos de rebelión en la propia dinastía, como el caso del infante Vermudo el Ciego. Llevó a cabo una fuerte actividad repobladora, acogiendo a una importante inmigración mozárabe, y consolidó el Duero como frontera meridional del reino, en torno a las plazas fuertes de Toro y Zamora. Luchó enérgicamente contra los musulmanes, a los que derrotó en Polvoraria. Rechazó la yihad del rebelde omeya Ibn al-Qitt y pactó con Ibn Marwan al-Yalliqi, valí de Mérida.


Casó con Jimena Garcés (866-910), cuya estirpe todavía se discute, aunque probablemente era hija del rey García de Pamplona. De este matrimonio nacieron los tres primeros reyes propiamente leoneses, García, Ordoño y Fruela, que ya en vida de su padre gobernaron respectivamente la frontera centro-oriental (la futura Castilla), Galicia y Portugal, y Asturias.


Sus últimos años de reinado son oscuros. Por motivos desconocidos, García trató de derrocarlo, lo que logró finalmente con el concurso de sus hermanos. Alfonso III abdicó, aunque al parecer conservó el título real, y murió en Zamora, al parecer tras emprender una última incursión en territorio musulmán.


Historia
>Fue asociado al trono en el 853 y se ocupó del gobierno de Galicia. Al morir su padre, tuvo que enfrentarse al Conde de Lugo, D. Fruela Bermúdez, que le disputaba la corona, y hasta parece que llegó a usurparle el trono, quizá refugiándose Alfonso en alguna parte de Castilla. Hay que tener en cuenta que hasta hacía poco la monarquía había sido electiva, y todavía había nostálgicos. Sin embargo, un año más tarde Alfonso III recuperó la Corona gracias a la ayuda del conde Rodrigo de Castilla.


Al año siguiente, 867, tuvo que dominar a los vascones, que se sublevaron con el conde D. Eilo a la cabeza.


Su padre, Ordoño I, había comenzado la repoblación de los territorios fronterizos, y continuó con ello: en 878 envió huestes a afincarse al norte de Portugal, conquistando así Coímbra y Oporto, y situando la frontera sudoccidental en el Mondego.


Abd al-Rhamán ibn Marwán, el Gallego, señor de Mérida y rebelde al emir de Córdoba le envió para congraciarse con él al ministro de éste, Hasim ibn Abd al-Aziz, lo que provocó que un ejército cordobés avanzase contra León, así como tropas de Toledo, Guadalajara y Talamanca. Don Alfonso esperó a estas últimas en el valle del Tajo, derrotándolas. Los cordobeses iniciaron la retirada, pero los persiguió y derrotó en Valdemora. El Emir Muhammad se vio obligado a pagar rescate por su ministro y a firmar una tregua de tres años: era la primera vez que Córdoba pedía la paz.


Ambos reyes consideraron la tregua como un paréntesis, preparándose para el siguiente asalto: Muhammad armó una flota para atacar Galicia por mar, pero fue destrozada por una tormenta. Alfonso y ibn Marwán se dirigieron por el valle del Tajo y derrotó al ejército cordobés en el monte Oxifer, junto al río Guadiana.


Como desquite, Muhammad atacó en el año 882 al reino de Zaragoza, a donde Alfonso había enviado a su hijo, Ordoño, para que se educara con los Banu Qasi, hijos de Musa, y avanzó por la vía romana hasta León. Hubo un intercambio de prisioneros, y los cordobeses se retiraron, repitiendo la campaña en 883, con el mismo resultado.


En 901 Ibn Qitt predicó la guerra santa atacando Zamora, que pudo resistir. En esos años, Córdoba sufrió rebeliones civiles, por lo que dejó de inquietar al reino de Asturias, que sin embargo hizo frente a sus antiguos aliados de Mérida y del valle del Ebro: aliado con el conde de Pallars, dio un golpe de estado que consiguió derrotar a los Banu Qasi e instalar en el trono navarro a Sancho Garcés.


Al final de sus días, se sublevó su hijo García, que se había casado con Nuña, hija del Conde de Castilla Nuño Fernández, que fue el instigador de la conjura contra el Rey. Capturado García por su padre, su suegro Nuño provocó un levantamiento ayudado por Jimena, Ordoño y Fruela. Para evitar la guerra civil, Alfonso III puso en libertad a García y se retiró junto a su esposa a Zamora, donde moriría en 910.


Desde ese momento, el Reino de Asturias, engrandecido ya de forma majestuosa y con extensos territorios que gobernar, trasladará la capital desde Oviedo a León y comenzará a hablarse del Reino de León, con ocasionales divisiones del reino Asturleonés entre Asturias y León. Ambos territorios ampliaron sus fronteras hasta el río Duero y el Mondego, con una nueva sociedad integrada por cristianos y mozárabes. Aunque el reino es dividido entre sus tres hijos durante unos años: para García, León; para Ordoño, Galicia y para Fruela, Asturias. Gonzalo, que era clérigo, continuó siendo arcediano de Oviedo; y a Ramiro, por su corta edad, se le dio el título de rey pero sin territorio.


1. Convocó el segundo Concilio ovetense en el 893.
10px 0px 15px; line-height: 17px; padding: 0px;">2. Mandó elaborar la Cruz de la Victoria, que figura en la actual bandera de Asturias, convertida en símbolo del Principado. La joya fue hecha por orfebres procedentes del reino franco. Ordenó su elaboración a principios del siglo X, como donación a la catedral de San Salvador. Hoy se guarda en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, y una copia cuelga del puente romano de Cangas de Onís
3. El hallazgo del sepulcro de Santiago convierte a Compostela en la 2ª sede apostólica después de Roma, con autoridad sobre clérigos de otros reinos y condados cristianos. Santiago se convierte en destino de peregrinos, verdaderos transmisores de cultura.
4. Con respecto al arte asturiano, durante el reinado de Alfonso III el Magno se da la llamada "Etapa Postrramirense" de la arquitectura prerrománica asturiana, con edificios de la importancia de San Salvador de Valdediós, Santo Adriano de Tuñón y la Basílica de Santiago de Compostela.
5. Ordenó la redacción de tres crónicas, en las que rehace la historia presentando al Reino de Asturias como el heredero del Reino visigodo:
* Crónica Albeldense (c. 881)
* Crónica profética (c. 883)
* Crónica de los reyes visigodos o Crónica de Alfonso III (c. 911)
Matrimonio y descendencia [editar]
Casó con Jimena Garcés, hermana de Sancho Garcés I, rey de Navarra. Fueron sus hijos:


* García I, rey de León (910-914).
15px; line-height: 17px; padding: 0px;">* Ordoño II, rey de Galicia (910) y León (914-924).
* Fruela II, rey de Asturias (910) y León (924-925).
* Gonzalo.
* Ramiro.


http://en.wikipedia.org/wiki/Alfonso_III_of_Leon



0?), llamado el Grande, fue rey de Galicia y Asturias desde 866 hasta su muerte. Fue hijo y sucesor de Ordoño I.


Poco se sabe de Alfonso salvo los hechos desnudos de su reinado y de su relativo éxito en la consolidación del reino conocido en adelante como "de Galicia" o "de Oviedo", durante la debilidad de los príncipes omeyas de Córdoba. Luchó y obtuvo numerosas victorias contra los musulmanes de al-Andalus, no obstante su reino siempre fue inferior al de los cordobeses, por lo que se vio obligado a pagarles tributo.


Derrotó una rebelión vasca en 867 y, mucho más tarde, también gallega. Conquistó Oporto y Coimbra en 868 y 878 respectivamente. Alrededor de 869, formó una alianza con el Reino de Pamplona, y solidificó este vínculo al casarse con Jimena, de quien se cree que fue hija del rey García Íñiguez, o menos probablemente, miembro de la dinastía Jiménez, y también se casó con su hermana. Leodegundia a un príncipe de Pamplona.


Ordenó la creación de tres crónicas en las que se exponía la teoría de que el reino de Asturias era el legítimo sucesor del antiguo reino visigodo. También fue mecenas de las artes, como su abuelo antes que él. Construyó la iglesia de Santo Adriano de Tuñón.


Alfonso murió en Zamora, probablemente en el año 910. A su muerte Jimena dividió su reino entre sus tres hijos. El hijo mayor, García, se convirtió en rey de León pero murió poco después en 914 sin heredero. El segundo hijo, Ordoño, reinó en Galicia a partir del 910 y en León tras la muerte de García. El hijo menor, Fruela, recibió Asturias con Oviedo como capital. Cuando Ordoño murió, sus hijos eran demasiado pequeños para ascender y el territorio de Alfonso se unió nuevamente bajo Fruela, pero este último no disfrutó de su monarquía conjunta por mucho tiempo, ya que murió al año siguiente. Le sucede el hijo mayor de Ordoño, Alfonso.



0), llamado el Grande, fue rey de Asturias desde 866 hasta su muerte. Fue hijo y sucesor de Ordoño I.


Poco se sabe de Alfonso salvo los hechos desnudos de su reinado y de su relativo éxito en la consolidación del reino conocido en adelante como "de Galicia" o "de Oviedo", durante la debilidad de los príncipes omeyas de Córdoba. Luchó y obtuvo numerosas victorias contra los musulmanes de al-Andalus, no obstante su reino siempre fue inferior al de los cordobeses, por lo que se vio obligado a pagarles tributo.


Derrotó una rebelión vasca en 867 y, mucho más tarde, también gallega. Conquistó Oporto y Coimbra en 868 y 878 respectivamente.


Ordenó la creación de tres crónicas en las que se exponía la teoría de que el reino de Asturias era el legítimo sucesor del antiguo reino visigodo. También fue mecenas de las artes, como su abuelo antes que él. Construyó la iglesia de Santo Adriano de Tuñón.


Alfonso murió en Zamora, probablemente en el año 910. A su muerte Jimena dividió su reino entre sus tres hijos. El hijo mayor, García, se convirtió en rey de León pero murió poco después en 914 sin heredero. El segundo hijo, Ordoño, reinó en Galicia a partir del 910 y en León tras la muerte de García. El hijo menor, Fruela, recibió Asturias con Oviedo como capital. Cuando Ordoño murió, sus hijos eran demasiado pequeños para ascender y el territorio de Alfonso se unió nuevamente bajo Fruela, pero este último no disfrutó de su monarquía conjunta por mucho tiempo, ya que murió al año siguiente. Le sucede el hijo mayor de Ordoño, Alfonso.




De Wikipedia, la enciclopedia libre


Alfonso III (c. 848-20 de diciembre de 910?), llamado el Grande, fue rey de Galicia y Asturias desde 866 hasta su muerte. Fue hijo y sucesor de Ordoño I.


Poco se sabe de Alfonso salvo los hechos desnudos de su reinado y de su relativo éxito en la consolidación del reino conocido en adelante como "de Galicia" o "de Oviedo", durante la debilidad de los príncipes omeyas de Córdoba. Luchó y obtuvo numerosas victorias contra los musulmanes de al-Andalus, no obstante su reino siempre fue inferior al de los cordobeses, por lo que se vio obligado a pagarles tributo.


Derrotó una rebelión vasca en 867 y, mucho más tarde, también gallega. Conquistó Oporto y Coimbra en 868 y 878 respectivamente. Alrededor de 869, formó una alianza con el Reino de Pamplona, y solidificó este vínculo al casarse con Jimena, de quien se cree que fue hija del rey García Íñiguez, o menos probablemente, miembro de la dinastía Jiménez, y también se casó con su hermana. Leodegundia a un príncipe de Pamplona.


Ordenó la creación de tres crónicas en las que se exponía la teoría de que el reino de Asturias era el legítimo sucesor del antiguo reino visigodo. También fue mecenas de las artes, como su abuelo antes que él. Construyó la iglesia de Santo Adriano de Tuñón.


Alfonso murió en Zamora, probablemente en el año 910. A su muerte Jimena dividió su reino entre sus tres hijos. El hijo mayor, García, se convirtió en rey de León pero murió poco después en 914 sin heredero. El segundo hijo, Ordoño, reinó en Galicia a partir del 910 y en León tras la muerte de García. El hijo menor, Fruela, recibió Asturias con Oviedo como capital. Cuando Ordoño murió, sus hijos eran demasiado pequeños para ascender y el territorio de Alfonso se unió nuevamente bajo Fruela, pero este último no disfrutó de su monarquía conjunta por mucho tiempo, ya que murió al año siguiente. Le sucede el hijo mayor de Ordoño, Alfonso.



0), llamado el Grande, fue rey de León, Galicia y Asturias desde 866 hasta su muerte. Fue hijo y sucesor de Ordoño I.


Poco se sabe de Alfonso salvo los hechos desnudos de su reinado y de su relativo éxito en la consolidación del reino conocido en adelante como "de Galicia" o "de Oviedo", durante la debilidad de los príncipes omeyas de Córdoba. Luchó y obtuvo numerosas victorias contra los musulmanes de al-Andalus, no obstante su reino siempre fue inferior al de los cordobeses, por lo que se vio obligado a pagarles tributo.


Derrotó una rebelión vasca en 867 y, mucho más tarde, también gallega. Conquistó Oporto y Coimbra en 868 y 878 respectivamente. Alrededor de 869, formó una alianza con el Reino de Pamplona, y solidificó este vínculo al casarse con Jimena, de quien se cree que fue hija del rey García Íñiguez, o menos probablemente, miembro de la dinastía Jiménez, y también se casó con su hermana. Leodegundia a un príncipe de Pamplona.


Ordenó la creación de tres crónicas en las que se exponía la teoría de que el reino de Asturias era el legítimo sucesor del antiguo reino visigodo. La Crónica de Alfonso III se completó aproximadamente en el momento de su muerte. También fue mecenas de las artes, como su abuelo antes que él. Construyó la iglesia de Santo Adriano de Tuñón.


Alfonso murió en Zamora, probablemente en el año 910. A su muerte Jimena dividió su reino entre sus tres hijos. El hijo mayor, García, se convirtió en rey de León pero murió poco después en 914 sin heredero. El segundo hijo, Ordoño, reinó en Galicia a partir del 910 y en León tras la muerte de García. El hijo menor, Fruela, recibió Asturias con Oviedo como capital. Cuando Ordoño murió, sus hijos eran demasiado pequeños para ascender y el territorio de Alfonso se unió nuevamente bajo Fruela, pero este último no disfrutó de su monarquía conjunta por mucho tiempo, ya que murió al año siguiente. Le sucede el hijo mayor de Ordoño, Alfonso.




Alfonso III (c. 848-20 de diciembre de 910?), llamado el Grande, fue rey de Galicia y Asturias desde 866 hasta su muerte. Fue hijo y sucesor de Ordoño I.: 17px; padding: 0px;"> 


Poco se sabe de Alfonso salvo los hechos desnudos de su reinado y de su relativo éxito en la consolidación del reino conocido en adelante como "de Galicia" o "de Oviedo", durante la debilidad de los príncipes omeyas de Córdoba. Luchó y obtuvo numerosas victorias contra los musulmanes de al-Andalus, no obstante su reino siempre fue inferior al de los cordobeses, por lo que se vio obligado a pagarles tributo.


Derrotó una rebelión vasca en 867 y, mucho más tarde, también gallega. Conquistó Oporto y Coimbra en 868 y 878 respectivamente. Alrededor de 869, formó una alianza con el Reino de Pamplona, y solidificó este vínculo al casarse con Jimena, de quien se cree que fue hija del rey García Íñiguez, o menos probablemente, miembro de la dinastía Jiménez, y también se casó con su hermana. Leodegundia a un príncipe de Pamplona.


Ordenó la creación de tres crónicas en las que se exponía la teoría de que el reino de Asturias era el legítimo sucesor del antiguo reino visigodo. También fue mecenas de las artes, como su abuelo antes que él. Construyó la iglesia de Santo Adriano de Tuñón.


Alfonso murió en Zamora, probablemente en el año 910. A su muerte Jimena dividió su reino entre sus tres hijos. El hijo mayor, García, se convirtió en rey de León pero murió poco después en 914 sin heredero. El segundo hijo, Ordoño, reinó en Galicia a partir del 910 y en León tras la muerte de García. El hijo menor, Fruela, recibió Asturias con Oviedo como capital. Cuando Ordoño murió, sus hijos eran demasiado pequeños para ascender y el territorio de Alfonso se unió nuevamente bajo Fruela, pero este último no disfrutó de su monarquía conjunta por mucho tiempo, ya que murió al año siguiente. Le sucede el hijo mayor de Ordoño, Alfonso.




ALONSO III, EL MAYOR, 1º REY DE LEÓN, y 12º REY DE ASTURIAS, España


Nacido en 848, fallecido el 20-XII-910. 13º Rey de Asturias 866-910, Rey Galicia y de León. Casó en 869 con Jimena de Navarra.


al-align: inherit;">Alfonso III de Asturias el Grande (848 - 20 de diciembre de 910), fue rey de Asturias, hijo de Ordonho I. Dominó una revuelta vasca en 867 y, más tarde, otra en Galicia.


Consolidó el Reino de Galicia en un período de debilidad de los omeyas de Córdoba.


En 868 conquistó Oporto y, en 878, la ciudad de Coimbra. Ordena la redacción de sus crónicas, en las que presenta al Reino de Asturias como heredero del Reino Visigodo.


Tras su muerte, la capital del Reino de León se trasladó a León y el reino se dividió entre sus tres hijos: León para García, Galicia para Ordonho y Asturias para Fruela.


Consorte: Ximena Garcez de Pamplona


Niños:


    30px; padding-right: 0px;">García I de Leão;4444; padding-bottom: 2px; padding-top: 2px; padding-left: 0px; margin: 0px 0px 0px 30px; padding-right: 0px;">Ordoñ;o II de Galicia y León;0px;">Fruela II de Asturias y León;ttom: 2px; padding-top: 2px; padding-left: 0px; margin: 0px 0px 0px 30px; padding-right: 0px;">Ramiro de Asturias;rit;">Gonzalo das Asturias;: 0px 0px 0px 30px; padding-right: 0px;">Bermudo de Asturias;#444444; padding-bottom: 2px; padding-top: 2px; padding-left: 0px; margin: 0px 0px 0px 30px; padding-right: 0px;">Sancha de Leónne-style: none; outline-color: invert;" href="http://pt.wikipedia.org/wiki/Afonso_III_das_Ast%C3%BArias" rel="noopener noreferrer nofollow" target="_blank">en: Wikipedia , la enciclopedia libre




    Alfonso III, quien reinó de 866 a 910 y trasladó la corte de Oviedo a León, por necesidad causada por el avance de la reconquista. “Alfonso, su hijo, empezó a reinar a los dieciocho años de reinado. En la flor de su juventud, en el primer año de su reinado, le expulsó del trono un acto tiránico [conspiraci%C3%B3n y golpe de Estado] del apóstata Froilán, conde de Galicia. El rey [Alfonso] se refugió en Castilla y el tirano Froilán [el antirrey] fue muerto en Oviedo por los «fideles» [escolta personal] de nuestro príncipe (Alfonso]. Y así el glorioso joven retorna de Castilla y es restituido al trono de su padre, reinando felizmente. Desde entonces superó siempre a sus enemigos y fue favorecido por la victoria. Y por dos veces, al frente de su ejército, venció y humilló a los feroces vascones. Por aquel tiempo, después, fue sobre León una hueste de islamitas, llevando por caudillo a Almundar [Al Mundir], hijo del rey Abderhaman [II] y hermano de Mahomat rey [emir] de Córdoba. Pero cuando llegó [a tierras leonesas el cordobés] le impidió [Alfonso el avance], causándole miles [de bajas] y poniendo al ejército [%C3%A1rabe] fugitivo. Por esos mismos días, otro ejército [de moros), que había invadido el Verdigum [Bierzo], fue destruido y se recobran afortunadamente muchos lugares [que tenía el enemigo). Tomó el castillo de Deza y se apoderó sin lucha de Anteza (¿Atienza?) y yermó [arrasó] a Coimbra que estaba en poder del enemigo y enseguida la repobló con gallegos. Sometió también otros numerosos castillos. En ese tiempo creció la Iglesia y se amplió el Reino. Fueron pobladas por los cristianos las ciudades de Braga, Oporto, Orense, Eminia (24), Viseo y Lamego. En esa victoriosa [campa%C3%B1a] alcanzó Coria, Egida y otras de los límites de Lusitania, asoladas por la espada y el hambre. Desde Emérita (Mérida) hasta un golfo [o estrecho] marítimo, todo fue destruido, yermado. Poco después, en el año 915 de la Era (877), fue capturado en acción de guerra en los límites de Galicia uno de los jefes de España (zona árabe] llamado Abuhalit (Hasim ibn Abd al Aziz) que era valido del rey Mohamed al que (al valido) hizo prisionero y fue con nuestro rey conducido a Oviedo. El cual [Abuhalit] se obligó a rescatarse por cien mil sueldos de oro, dejando entre tanto en rehenes a dos hermanos suyos, un hijo y un sobrino


    Alfonso III de Asturias, llamado el Magno (c. 848 - Zamora, 20 de diciembre de 910), fue el rey de Asturias desde el año 866 hasta poco antes de su defunción, ocurrida en el año 910. Hijo y sucesor de Ordoño I y de su esposa, la reina Nuña, Alfonso III fue el último rey asturiano, o el primero de León, ya que en esta ciudad residió largas temporadas, y allí tenía su Consejo de Gobierno y Tribunal de Justicia. Desde su ascenso al poder hubo de hacer frente a una serie de problemas internos: revueltas nobiliarias, conatos de rebelión en la propia dinastía, como el caso del infante Bermudo el Ciego. Llevó a cabo una fuerte actividad repobladora, acogiendo a una importante inmigración mozárabe, y consolidó el Duero como frontera meridional del reino, en torno a las plazas fuertes de Toro y Zamora. Luchó enérgicamente contra los musulmanes, a los que derrotó en Polvoraria. Rechazó la yihad del rebelde omeya Ibn al-Qitt y pactó con Ibn Marwan al-Yalliqi, valí de Mérida. Se casó con Jimena Garcés (866-910), cuya estirpe todavía se discute, aunque probablemente era hija del rey García Íñiguez de Pamplona. De este matrimonio nacieron los tres primeros reyes propiamente leoneses, García, Ordoño y Fruela, que ya en vida de su padre gobernaron respectivamente la frontera centro-oriental (la futura Castilla), Galicia y Portugal, y Asturias. Sus últimos años de reinado son oscuros. Por motivos desconocidos, su primogénito García trató de derrocarlo, lo que logró finalmente con el concurso de sus hermanos. Alfonso III abdicó, aunque conservó el título real, y murió en Zamora, al parecer tras emprender una última incursión en territorio musulmán.


    Alfonso III el Magno - Alfonso III de Asturias, llamado el Magno; ?, hacia 838 - Zamora, 910) Rey de Asturias (866-910). Hijo del monarca Ordoño I, fue proclamado rey de Asturias a la muerte de su padre, en el año 866, aunque el conde de Galicia Fruela Bermúdez le usurpó el trono. Sin embargo, un año más tarde Alfonso III recuperó la Corona gracias a la ayuda del conde Rodrigo de Castilla. En el 870, el soberano asturiano contrajo matrimonio con la princesa Jimena, hija del rey García de Navarra, lo que le proporcionó la amistad de los siempre belicosos vascones.

    Aprovechando los graves conflictos internos que convulsionaban al-Andalus, como las revueltas contra el poder del emirato cordobés de Ibn Marwan en Extremadura o de la familia de los Banu Qasi en Aragón y Navarra oriental, Alfonso III inició una decidida política de expansión hacia el sur. Una vez repobladas Tuy, Astorga, León y Amaya, el soberano fortificó los enclaves de Viseo, Lamego, Braga y Orense, y ocupó Oporto (868).


    Tras derrotar a las tropas del emir Muhammad I de Córdoba en Polvoraria y en Valdemora (878), penetró profundamente en tierras castellanas, estableciendo la frontera de su reino en el Arlanzón, donde fundó la ciudad de Burgos (884). Más tarde, avanzó por la llanura leonesa hasta conquistar Zamora (893) y Simancas (899).


    Durante su reinado, Alfonso III se presentó como sucesor de los reyes visigodos e impulsó la redacción de diversas crónicas oficiales, tales como la Crónica de Alfonso III, la Crónica albeldense y la Chronica visigothorum. Además, el monarca asturiano utilizó el título de imperator para afirmar su independencia respecto al Imperio Carolingio y el emirato cordobés, y subrayar su superioridad sobre los restantes reinos cristianos peninsulares.


    Alfonso III murió en Zamora en el año 910, poco después de ser destronado por sus hijos, que se repartieron el reino: García I se quedó con León, Ordoño II con Galicia y Fruela II con Asturias.


    http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/alfonso_iii.htm




    Foto: Sección de la miniatura medieval donde Alfonso III el Grande y la reina Jimena quedan a su izquierda. Libre Testamento Ecclesiæ Ovetensis.7px; padding: 0px;"> 


    Alfonso III de Asturias el Grande (c. 852–Zamora, 20 de diciembre de 910),[1] fue rey de Asturias, hijo de Ordoño I de Asturias. Dominó una revuelta de los vascos en el 867 y, más tarde, otra de Galicia.


    Consolidó el Reino de Galicia en un período de debilidad de los omeyas de Córdoba.


    En 868, a través de Vímara Peres, hijo de Pedro Theon, posiblemente hijo de Bermudo I, rey de Asturias, Afonso III conquista Oporto. Este hecho es un hito histórico para el futuro de Portugal. De hecho, tras esta conquista, Vímara se convirtió en el primer conde de Portucale. Vímara Peres también fue la fundadora de una pequeña ciudad fortificada cerca de Braga, Vimaranis (derivado de su nombre), que con el tiempo, por evolución fonética, se convirtió en la moderna Guimarães, habiendo sido el principal centro de gobierno del Condado Portucalense cuando la llegada del Conde Dom Henrique de Burgonha, Conde de Portucale en 1093.


    En 878, Afonso III conquista la ciudad de Coimbra. Ordena la redacción de sus crónicas, en las que presenta al Reino de Asturias como heredero del Reino Visigodo[2]


    Tras su muerte, la capital del Reino de León se trasladó a León y el reino se dividió entre sus tres hijos: León para García I de León, Galicia para Ordonho II de Galicia y Asturias para Fruela II de Asturias.


t-weight: 400; color: #333333; font-style: normal; text-align: left; margin: 10px 10px 20px; orphans: 2; widows: 2; letter-spacing: normal; background-color: #ffffff; text-indent: 0px; font-variant-ligatures: normal; font-variant-caps: normal; -webkit-text-stroke-width: 0px; text-decoration-thickness: initial; text-decoration-style: initial; text-decoration-color: initial; padding: 0px;">ss="inner lengthy">3px Arial, Helvetica, sans-serif; margin: 0px 0px 5px; padding: 0px;">acerca de (portugués)v>margin: 10px 0px 15px; line-height: 17px; padding: 0px;">Fue rey de Asturias, hijo de Ordoño I de Asturias. Dominó una revuelta de los vascos en el 867 y, más tarde, otra de Galicia.


https://www.geni.com/people/Alfonso-III-el-Magno-rey-de-Asturias/6000000003741916756 


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Descubramos la historia del reino de Galicia.


Vamos a remontarnos al siglo X cuando Alfonso III de Asturias dividió a su reino en tres partes: García I obtuvo León; Fruela II recibió Asturias y Ordoño II, Galicia.


Ordoño estableció su capital en Braga y gobernó el nuevo reino del 910 al 914. En teoría estuvo supeditado a su hermano García, quien tenía una posición suprema sobre sus hermanos, pero falleció en el 914 y Ordoño se convirtió en rey de León,con lo que de nuevo Galicia quedó fundida en un solo estado.


A la muerte de Fernando I de Leon en 1065, su hijo García fue proclamado rey de Galicia en 1065 y 1071. Sancho III de Castilla lo depuso en 1072 y 1073, hasta ser depuesto y apresado por Alfonso VI de León, que sumió el título de rey de Galicia.


García de Galicia, prisionero, murió en 1090 y su reino se dividió en dos condados, dónde el condado de Galicia quedó al norte y el condado de Portugal al sur.


Alfonso VI de León, el último rey de Galicia, gobernó el reino hasta su deceso en 1109, tras lo cual el territorio fue incorporado a León y en 1230 quedó unido a la corona de Castilla.
 
por Guerras y reinos.


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Descubre el origen del condado de Castilla.


La región del primitivo condado de Castilla era denominada como Bardulia antes del siglo IX debido a una tribu prerromana que habitó la zona.


En el siglo IX los asturianos habían comenzado a ganar tierras a los musulmanes. El rey Ordoño I sucedió a Alfonso II en el 850 y delegó a sus hermanos el cuidado de las fronteras del reino, a Gatón le dio Bierzo y a Rodrigo le creó el condado de Castilla, región que debió a su nombre a la gran cantidad de castillos que había en la zona.


De esta forma Rodrigo se convirtió en el primer conde de Castilla y era el responsable de recaudar impuestos y administrar justicia.


A partir del 853 Ordoño se entromete en la guerra civil que ocurría en el emirato de Córdoba y envía a sus hermanos a atacar. Rodrigo se apoderó de Haro, Grañón, entre otras plazas y fundó nuevas fortalezas.


Rodrigo repobló sus tierras con la ayuda de la aristocracia local. En el 860 Amaya fue repoblada.


Rodrigo apoyó a Alfonso III en su lucha por el trono contra Fruela cuando murió Ordoño I en el 866. La victoria de Alfonso aseguró a Rodrigo una gran influencia en la corte. Dos años después conquista Álava.


Rodrigo murió en el 873 y dejó a Castilla convertida en un territorio que se podía diferenciar de León y Álava. Le sucedió su hijo Diego Rodríguez y es el primer caso en el que el título de conde pasó de forma hereditaria, quizás en agradecimiento a la ayuda otorgada de Rodrigo a de Alfonso III.


Diego ayudó al rey en su enfrentamiento con los Bani Qasi, administró sus tierras y conquistó más territorios. Murió en el 885 y de esa fecha hasta el 931 el territorio quedó dividido en varios condados.


En el 929 Abderramán III se proclamó califa y el rey leonés Ramiro II decidió confiar la administración de los condados de la parte oriental del reino de León a Fernán González, conde de Lara.


Fernán tuvo un papel destacado en la batalla de Simancas en el 939, tras lo cual conquistó Sepúlveda, Riaza y Fresno. Con su poder afianzado, comenzó a actúar mas independiente y se casó con Sancha de Pamplona, hermana de García Sánchez I de Pamplona.


Fernán supo aprovechar las guerras civiles leonesas para afianzar su autoridad y fijar una independencia real, aunque no nominal, del condado de Castilla. Llevó a cabo una política exterior independiente y heredó sus tierras a su hijo García Fernández en el 970.


En 1029 el conde García Sánchez de 12 años fue asesinado y el condado pasó al rey pamplonés Sancho Garcés III en virtud de su matrimonio con Muniadona de Castilla, hermana del conde asesinado. De esta manera la casa de Lara dio paso a la dinastía Jimeno.


En 1029 Sancho Garcés III designó a su hijo Fernando como conde de Castilla y en 1037 se convirtió en rey de León por su matrimonio con Sancha de León con lo que el condado castellano quedó unido. En el año 1066 Fernando convirtió a Castilla en un reino y se lo dio en herencia a su hermano Sancho El Fuerte.
 
de Guerras y reinos.


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Las fuentes cristianas. Crónicas latinas sobre la conquista islámica
CARLOS DE AYALA MARTÍNEZ
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID
L os escasos testimonios cristianos sobre la conquista musulmana de la península pueden dividirse en tres grupos. El primero de ellos data de mediados del siglo VIII y está formado por los testimonios mozárabes, es decir, de los cristianos que no abandonaron las tierras que acababan de conquistar los musulmanes, sino que permanecieron en al-Andalus décadas después de su ocupación. El segundo grupo es el integrado por noticias elaboradas fuera de al-Andalus, en territorios cristianos que nunca llegaron a ser eficazmente controlados los por los musulmanes. La redacción de las crónicas que los contienen no es anterior a finales del siglo IX, y sus autores, sin duda de origen mozá- rabe, forman parte de los sectores que fueron emigrando hacia el Norte a raíz de la conquista. Finalmente, contamos con un tercer grupo de testimonios de cronología bastante posterior a la de los otros dos; son los que aparecen en crónicas cristianas elaboradas en los siglos XII y XIII. TESTIMONIOS MOZÁRABES. Del primero de los grupos contamos únicamente con dos testimonios de autoría desconocida: la escuetísima nota que incluye la llamada Crónica bizantino-árabe de 741 y el apasionado relato de la conocida como Crónica mozárabe de 754. En efecto, sólo treinta años después de la conquista, un escritor anónimo que no estamos seguros si era originario de la zona levantina, o quizá de una de las grandes capitales andaluzas, y que, en cualquier caso, se muestra buen conocedor de la historia del Mediterráneo oriental bizantino y árabe, nos dejó una muy sumaria referencia a la conquista de la península por los musulmanes. De manera aséptica alude al derrocamiento del reino visigodo por las tropas de Musa y al sometimiento del territorio al control fiscal de los nuevos dominadores musulmanes.
El autor no repara en la respuesta de los cristianos ni se hace eco de la más mínima reacción por su parte. Tanta frialdad ha llevado a pensar que el autor de la Crónica de 741, que hace gala de buenos conocimientos acerca de la realidad expansiva del imperio árabe, pudo ser un cristiano no demasiado reacio a la nueva situación política, incluso, de alguna manera, comprometido con los nuevos dueños del país. Nada se puede concluir al respecto, pero no deja de ser una hipótesis sugestiva que estemos ante un representante de sectores acomodaticios respecto al régimen recién instaurado en la península. Si esta fue la sensibilidad del responsable de este primer testimonio, desde luego no lo fue en absoluto del autor de la Crónica mozárabe de 754. Un clérigo cordobés, quizá accitano, o más probablemente toledano, es el responsable de esta interesantísima narración. En ella, la aséptica frialdad del anterior anónimo se convierte en el dramático lamento de quienes vivieron la ocupación islámica de la península como un auténtico trauma. El cuadro dibujado por nuestro cronista no puede ser más desolador. Las tropas de Musa no sólo derribaron la monarquía visigoda y sometieron España al pago de tributos, lo que hicieron fue directamente devastar el país. Contaban para ello con colaboracionistas —el cronista alude concretamente a Opas, el hijo del rey Égica—, y además de arrasar ciudades a lo largo y ancho de toda la península, no les temblaba el pulso ni a la hora de ejecutar responsables políticos ni a la de asesinar a niños y jóvenes inocentes. Fueron estos procedimientos los que permitieron a los musulmanes establecer un “reino bárbaro” con capital en Có;rdoba.
El autor se siente retóricamente impedido para enumerar tan grave cúmulo de desastres padecidos por una España literalmente arruinada, pero es tal su sentimiento catastrofista que no duda en comparar el luctuoso acontecimiento con los más graves sucesos de la humanidad, entre ellos la conquista de Troya, la caída de Jerusalén o los padecimientos de los mártires romanos. Todo ello y mucho más es lo que pudo llegar a sufrir la honra de España como consecuencia de la ocupación islámica.
En este discurso hay un hecho que llama poderosamente la atención: el culto clérigo redactor de la crónica no alude para nada a la dimensión religiosa de la “ruina de España”. Los musulmanes no son descritos como enemigos de la fe cristiana, ni tampoco el autor se recrea en truculentas descripciones sobre destrucción de iglesias o persecución de clérigos. Es más, algunas páginas más adelante hablará de ilustres varones eclesiásticos que inmediatamente después de la conquista, “engrandecí;an la Iglesia de Dios con su predicación, sabiduría y santidad”.
¿Quiere esto decir que el autor de la crónica, y quizá los sectores que pudiera representar, eran ignorantes de la idiosincrasia religiosa de los conquistadores? ¿O es que realmente los musulmanes no se mostraron especialmente beligerantes en este punto? Desde luego, es más que probable que en un primer momento esa beligerancia fuera de tono muy menor, pero desde luego no es razonable pensar que el culto redactor de la Crónica de 754 fuera ignorante acerca de las características confesionales de los musulmanes y de su incompatibilidad doctrinal con el cristianismo. De hecho, sabemos que antes de finalizar el siglo VIII circulaban ya en medios mozárabes obras de propaganda antiislámica como la conocida Historia del falso profeta Mahoma donde se habla del “enorme error de su profecía”.
Hay que pensar más bien que los años que siguieron a la ocupación musulmana y la propia percepción que de ella tuvieron los cronistas de una generación posterior aún no estaban impregnados de una clara ideología religiosa. La respuesta a la conquista era en círculos significativos de la mozarabía peninsular la del rechazo a la ocupación militar y a la pérdida de la autonomía política, pero el plano religioso quedaba en un lugar secundario.
LA IDEA DE RECONQUISTA.
Es precisamente con esa dimensión religiosa con la que se rearmará ideológicamente la naciente resistencia cristiana de Asturias a partir del siglo IX. Fue en los aledaños del trono ovetense donde en el transcurso de esa centuria nace la idea político-religiosa de Reconquista. Nace la idea pero no la palabra que, como definición historiográfica, es relativamente reciente. La noción de Reconquista está ya implícita en el llamado Testamento de Alfonso II, el documento que contiene la dotación de la iglesia de San Salvador de Oviedo realizada por el monarca en 812, y, sobre todo, queda bien perfilada en el ciclo historiográfico de Alfonso III, un conjunto de crónicas —la Crónica Albeldense, la mal llamada Crónica Profética y la Crónica de Alfonso III en sus dos versiones, rotense y ovetense— redactadas en los años finales del siglo IX. Es este el segundo grupo de fuentes al que aludíamos al comienzo de estas líneas.
La naciente visión de la Reconquista, que convierte a los monarcas asturianos en los legítimos sucesores de los reyes visigodos, llamados a recuperar la unidad de la vieja patria hispana restituyendo a la iglesia su papel prevalente en ella, hace, como no podía ser de otro modo, su particular lectura de la invasión islámica de 711.
El Testamento de Alfonso II dejaba ya muy claro que los musulmanes no habían sido sino el instrumento providente de Dios para ejecutar el castigo que merecía la empecatada jactancia en que había incurrido el pueblo de los godos. Ciertamente, la monarquía visigoda, en otro tiempo gloriosa, había caído en el pecado de orgullo y Dios convirtió la “espada de los árabes” en el instrumento de su purificador castigo. Era esta una vieja idea heredada del Antiguo Testamento: el pueblo elegido era propenso a apartarse de su fidelidad a Dios y eran normalmente los enemigos paganos del pueblo de Israel los encargados de ejecutar el correspondiente y siempre justo castigo divino.
Esta visión providencialista de la acción musulmana se hace todavía más patente en las crónicas alfonsinas del final de la centuria. Concretamente, la Crónica de Alfonso III hace de la corrupción del rey Witiza y de sus obispos la antesala explicativa del pecado colectivo de los godos que trae inevitablemente consigo la invasión de los sarracenos: el pecado de reyes y sacerdotes es la causa de la “perdición de España”.
Los musulmanes, brazo ejecutor de la justicia divina, actúan con contundencia aniquiladora destruyendo el ejército que inútilmente interpuso el rey Rodrigo, último monarca de los visigodos. Dios abandona a quienes previamente le habían abandonado a él, obligándoles a dejar su “deseable tierra”.
El destierro de los godos viene a subrayar una evocación bíblica que se hace paradigmática en la llamada Crónica Profética. No se trata realmente de una crónica sino de un breve añadido a la Crónica de Albelda conteniendo una profecía acerca de la pronta expulsión de los musulmanes de la península, construida sobre un pretendido texto del profeta Ezequiel (Ez 38). El texto bíblico es sometido a una forzada e imaginativa exé- gesis, según la cual Ismael, padre de los árabes, habría sido llamado por Dios para destruir a Gog, un personaje bíblico que vendría a ser la prefiguración del pueblo de los godos, aunque más tarde, las infidelidades de Ismael harían que Dios encargara ahora a un rehabilitado Gog destruir a los ismaelitas “en los confines de Libia”. Godos y árabes se convertían así en meros instrumentos en manos de Dios para materializar a través de sus combates su acción providente.
Pero si la invasión islámica era fruto de la providencia y se inscribía en los planes eternos de Dios, es lógico pensar que la respuesta cristiana, también querida y auspiciada por él, formara parte de esos planes. Al fin y al cabo, Dios deseaba castigar el pecado de los suyos pero no hacerlos desaparecer; en consecuencia aquella respuesta se convertía en una acción sagrada. De este modo la noción de Reconquista, en cuanto reacción a la iniciativa conquistadora de los musulmanes, quedaba sacralmente legitimad
a, y los cristianos, como dice la Crónica de Albelda, “día y noche afrontan la batalla y cotidianamente luchan, hasta que la predestinación divina ordene que los sarracenos sean cruelmente expulsados”.
Los musulmanes se convierten así; en los enemigos implacables de los cristianos, los que impiden la “salvación de la Iglesia”. Con tra ellos, Pelayo y los godos refugiados en el monte Auseva cuentan con la particular ayuda de Dios, siendo capaces de sobreimponerse milagrosamente a sus acciones destructoras. Así se puso de manifiesto en la jornada de Covadonga donde 187.000 musulmanes fueron presa de la “venganza del Señor”, una cifra sólo superior en dos mil hombres a los 185.000 asirios de Senaquerib que, según el segundo libro bíblico de los Reyes, fueron aniquilados por el Ángel de Yahvé por haberse atrevido a amenazar Jerusalén.
CRÓNICAS DE LOS SIGLOS XII Y XIII.
De este modo, el ciclo historiográfico alfonsino venía a consagrar una versión oficial de la invasión musulmana y de la respuesta cristiana a ella que no harían sino repetir durante siglos los discursos narrativos de las crónicas elaboradas desde el poder político. Veamos algunos ejemplos de textos pertenecientes a los siglos XII al XIII, el tercero de los grupos de fuentes al que hacíamos referencia al comienzo. Es el caso, por ejemplo, de la llamada Crónica Silense, un texto elaborado por un culto clérigo leonés a comienzos del siglo XII, o la Crónica Najerense, compuesta quizá por un monje cluniacense algunas dé- cadas después. Ninguno de los dos textos añade gran cosa a la Crónica de Alfonso III que les sirve de guía, reproduciendo argumentos providencialistas y sacralizadores.
Esta utilización y reutilización compilatoria de fuentes es también característica de la historiografía del siglo XIII. Es lo que hace el arzobispo toledano Jiménez de Rada en su Historia de los Hechos de España, una completa narración articulada en buena parte sobre la obra historiográfica de su contemporáneo Lucas de Tuy y de otros cronistas anteriores, incluido alguno árabe. Su valoración de la conquista islámica de 711 se atiene en líneas generales a lo ya expuesto, aunque su relato, enriquecido con múltiples tradiciones no siempre originales, se convierte en una extensísima narración. Son muchos los detalles en que se recrea como la famosa tradición juglaresca del conde don Julián, un alto dignatario visigodo cuya hija es violada por el rey Rodrigo y que, en venganza, decide facilitar el acceso de los sarracenos a la península, después de llegar a un acuerdo de colaboración con Musa, gobernador musulmán de África.
Jiménez de Rada alude, asimismo, a los dos sucesivos desembarcos, el de tanteo de Tarif y el definitivo de Tariq; a la organización defensiva desplegada por Rodrigo; y a la famosa derrota del Guadalete tras una batalla que duró nada menos que ocho días en la que el último monarca visigodo, traicionado por sus enemigos witizanos, hizo gala de un heroico comportamiento.
Pero finalmente, y detrás de todo ello, acaba aflorando la “lógica reconquistadora” forjada en la tradición del siglo IX, y nuevamente son los pecados de los reyes los que desatan la ira de Dios contra un pueblo incapaz de digerir sanamente su glorioso pasado. Los musulmanes son, una vez más, el instrumento de Dios convertido en castigo para los cristianos: los prelados, dispersos y perseguidos, dejan de ser el referente moral de la sociedad y huyen cargados de reliquias hacia los montes de Asturias, mientras los templos son destruidos y las cruces sustituidas por las blasfemas proclamas de los seguidores de Mahoma.
El cuadro pintado por el arzobispo es dramático como lo había sido el del anó- nimo autor de la Crónica Mozárabe de 754, pero no cabe duda de que un criterio de moderación racionalizadora se hace ahora patente. El cronista, por ejemplo, describe el terror que provocaba entre los cristianos la avasalladora presencia de los musulmanes, pero no deja de puntualizar que no era verdad el rumor que corría entre ellos acerca del supuesto canibalismo de aquéllos.
Por lo demás, el relato cronístico del toledano repasa minuciosamente las campañas de sometimiento llevadas a cabo por Tariq, también el recelo que sus éxitos despertaron en Musa, su superior, y finalmente las acciones con que uno y otro acabaron por controlar el conjunto de la península.
Naturalmente, el arzobispo trata con no menos cuidado y precisión la figura de Pelayo que, “como una pequeña ascua”, viene a simbolizar la continuidad entre tanta catástrofe de la voluntad misericordiosa de Dios. Por eso, el caudillo godo, con su ayuda, se hace portador del “sagrado mensaje” entre los ástures, iniciándose con él el milagroso proceso de la recuperación de España.
 ANDALUCÍA EN LA HISTORIA.
 
de Biblioteca Gonzalo de Berceo,
 
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